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1ª Edición / 125 págs. / Rústica / Castellano / Libro
En la Europa de la alta edad media, sobre las ruinas del colosal Imperio Romano, destruido por la pujanza de los bárbaros invasores, se habían levantado reinos florecientes y poderosos que, mediante la combinación de la cultura y de la ciencia romanas, y de las virtudes no exentas de rudeza de los invasores del norte, habían llegado a un grado de esplendor y de civilización verdaderamente importantes. En Hispania descollaba el de los visigodos, en el que una serie de reyes esclarecidos, como Leovigildo, Hermenegildo, Wamba o Recaredo, habían conseguido formar un pueblo fuerte, poderoso y feliz, muy superior en cultura a los demás pueblos de occidente. Sin embargo, otro pueblo, vigoroso, guerrero, entusiasta y culto -el pueblo árabe- que había establecido un poderoso reino en el norte de África, invadió la península Ibérica tras un cúmulo de complejas circunstancias en los días del infortunado rey Don Rodrigo. Solo las abruptas cumbres y las vertientes de los Pirineos escaparían al dominio aplastante del invasor.