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El delirio es un problema psicopatológico, pero antes que eso concierne a la condición del ser humano en inmediata y perenne relación con la realidad social en la que ha de ser alguien. No "se cae" en el delirio; al delirio "se llega". El hombre no está instalado en la realidad en condiciones de captarla e interpretarla objetivamente. Su visión egocéntrica (la realidad "desde él") y egotista (la realidad "a su modo") son los dos factores de distorsión básica de la realidad (y de sí mismo), insubsanables. El hombre está, pues, instalado en el error, un error que "le conviene" porque gracias a él hace de la realidad que hay la realidad que desea, no necesariamente la adecuada. El error como atributo del hombre da continuidad al juicio normal y al delirante sobre la realidad y sobre él mismo. Aunque los casos extremos muestran la apariencia de una tajante separación entre unos y otros, los casos intermedios son los más.