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La copla. Los años de oro: 1928-1958

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LA COPLA Los años de oro: 1928-1958 A finales del siglo XIX y entrado el siglo XX se produjo en la música culta española una clara tendencia nacionalista, iniciada por el músico catalán Felipe Pedrell, el creador de la musicología moderna en España, y seguida, entre otros, por Isaac Albéniz, Enrique Granados, Manuel de Falla y Joaquín Turina. Después, ya entrado el siglo XX, esa tendencia nacional alcanzó también a la canción popular. La copla nació así dentro de un movimiento músico-cultural más amplio, pero típicamente español, y su característica principal fue sumar una música comprensible para el pueblo y una letra en la que se concentrara en unos pocos versos todo el contenido de una novela, de una comedia o de un drama. La copla en su letra cuenta siempre una historia y lo hace con planteamiento, desarrollo y desenlace. El inicio de la copla puede encontrarse en 1921 con La cruz de mayo, de Valverde y Font de Anta; y Los Años de Oro acaso comienzan en 1928 con Manolo Reyes, letra de Rafael de León y Kola y música de Quiroga. Sólo en ese ambiente de música popular tienen pleno sentido los cinco discos grabados en 1931 por Federico García Lorca y La Argentinita, titulados en conjunto Colección de Canciones Populares Españolas. Las canciones populares de García Lorca se insertan en un momento en el que la copla estaba comenzando a sonar y se estaba convirtiendo en la música del pueblo. Iniciada en los años veinte la copla se consagra en los treinta, en los años de la II República, cuando se escriben desde Mi jaca y La bien pagá (Perelló y Mostazo) hasta María de la O, ¡Ay Maricruz! y Ojos verdes (Valverde, León y Quiroga), por ejemplo. La copla nunca se signifi có políticamente y por eso se oyó en los dos lados de las trincheras durante la Guerra Civil. En los años cuarenta y cincuenta la copla sencillamente continuó; no hay un antes y un después de la Guerra Civil; ésta no señala frontera alguna; se trató entonces de seguir el camino ya abierto durante la II República. Las coplas se compusieron entonces por centenares, aunque hay que destacar la labor de dos tríos; uno integrado por Quintero, León y Quiroga y el otro por Ochaíta, Valerio y Solano. Y en los años sesenta -lo mismo que le sucedió al bolero y al tango- llegó el atardecer de la copla. Las nuevas condiciones socio-económicas y culturales llevaron a la música popular por otros derroteros. Este libro atiende, pues, a Los Años de Oro; a aquellos que van desde 1928 con Manolo Reyes, hasta 1958 cuando la voz de la copla, Doña Concha Piquer, dejó de cantar en público.

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