Los Delitos contra la vida y la integridad personal y los relativos a la manipulación genética

A lo largo de varios años y en diversos trabajos he ido abordando numerosos aspectos relacionados con los delitos contra la vida, la integridad personal y del concebido y los relativos a la manipulación genética. Si bien es cierto que en alguna de estas ocasiones me he ocupado también directamente de diversas partes de estos delitos, en realidad no había procedido todavía a introducirme al estudio de los mismos de forma sistemática y conjunta. Ésta ha sido la pretensión fundamental del presente trabajo, siendo consciente de que realmente presentan numerosos problemas dogmáticos que he decidido finalmente no incluir, algunos porque ya los había estudiado de forma suficiente en obras anteriores, y aún teniendo su importancia, no era imprescindible su tratamiento en la presente ocasión, con el fin de mantener una cierta proporcionalidad en todos los temas; otros, porque he reservado su tratamiento con mayor detalle a trabajos posteriores. En cualquier caso, y tal vez por hallarse implicados delitos que afectan a bienes jurídicos fundamentales, ligados en esencia con la vida humana en sus diversas y sucesivas fases y con la integridad personal en sus variadas manifestaciones y titularidades, son abundantes las categorías jurídico-penales básicas que han ido imponiéndose y buscando su presencia en esta obra. Ha sido un reto el haber tenido que tratarlas combinando la sobriedad con la profundidad necesaria, evitando meras descripciones repetitivas, pero tomando posición y añadiendo reflexiones personales siempre que ha sido posible. El lector decidirá si he alcanzado este propósito. Este conjunto de circunstancias, así como la amabilidad del Editor, me han animado a publicar estas páginas que, en cuanto tales, se justifican y se agotan en si mismas. Confío en que el lector se contagie, vaya más allá de lo aquí escrito y disfrute por su cuenta como a mi me ha ocurrido al escribir estas modestas páginas. Mientras preparaba y escribía algunas de estas páginas hace ya algún verano, tuve la fortuna de pasar con mi padre, Luis, sus ya casi últimos días, a lo largo de los cuales me dio una lección más de las tantas que me enseñó a lo largo de su sencilla y honesta vida: entereza, paciencia y dignidad ante el tránsito. No olvidaré nunca aquel último atardecer que pasamos los dos junto con mi madre, Emilia, en aquel parque en el que nos transmitimos los últimos mensajes de cariño; pero no fue una despedida. Por eso este libro va dedicado a su inalterable y perenne memoria.