Proceso y Diálogo en Psicoterapia Gestáltica

Proceso y Diálogo en Psicoterapia Gestáltica
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Proceso y diálogo en la psicoterapia gestáltica modificará radicalmente el concepto de terapia gestalt que prevalecía en los años sesenta, caracterizado por una actitud antiteórica teñida de un cierto enfoque catártico y teatral, poniéndola sobre la base conceptual que la sustenta. En estos ensayos de teoría y práctica, Yontef nos presenta un sistema vivo, que se ajusta, crece y desarrolla, donde todo es proceso. Además, plantea que una buena psicoterapia debe considerar la asimilación de otras teorías, la precisión diagnóstica y la aplicación diferencial en el tratamiento de pacientes narcisistas y limítrofes. - - - - - - - - - - - - - - - "La eficacia de una psicoterapia reside en la calidad de la relación terapéutica, la que debe construirse a partir de la confianza, la fe en el paciente, en su experiencia y en sus procesos". Gary Yontef Este libro modificará radicalmente el concepto de terapia Gestalt que prevalecía en los años sesenta caracterizado por una actitud antiteórica teñida de un cierto enfoque catártico y teatral, poniéndola sobre la base conceptual que la sustenta. En esta colección de ensayos de teoría y práctica, Yontef nos presenta un sistema vivo que se ajusta, crece y se desarrolla, un sistema donde todo es proceso. Para esto, el autor introduce una nueva dimensión del concepto de diálogo. Tanto en la teoría como en la experimentación y la relación clínica son formas de diálogo que establecen un modo de usar las ideas y la información. Dentro de este marco, el autor destaca como elementos esenciales para una buena psicoterapia la asimilación de otras teorías perspectivas, la importancia de la relación paciente/terapeuta basada en el contacto y el respeto mutuo, el método dialogal, la precisión diagnóstica y la aplicación diferencial en el tratamiento de pacientes narcisistas y limítrofes. prólogo de Rolando Pihan La publicación de este libro en español, a sólo dos años de su aparición en inglés, será un acontecimiento importante para muchos de sus lectores, tanto terapeutas gestálticos como clientes, e incluso para el público en general. No serán pocos los que verán transformarse su visión de la gestalt a la luz de los artículos en los que el autor revisa varios de los más importantes temas de la psicoterapia gestalt. Para muchos empezará a aclararse lo que hace varios años viene sucediendo en las reuniones de los gestaltistas de habla hispana y de otras lenguas, ocasiones en las que se han dado una serie de diferencias, encuentros y desencuentros. Algo de esto ocurrió en el penúltimo Congreso Internacional de Gestalt, el año 1993 en Valencia, cuando un día hubo un homenaje a Laura Perls (de italianos y franceses) y al día siguiente otro a Fritz Perls (de españoles y argentinos) con críticas bastante encendidas al(a) otro(a) homenajeado(a). Hasta hace muy poco tiempo, entre nosotros a nadie se le ocurría dudar que la gestalt fuera "lo que hacía Fritz Perls", siguiéndose sus indicaciones casi como artículos de fe. Hay una que establece que el argumentar, dar razones, pensar, etc., o sea, todo uso de la razón, era perjudicial y contrario a las buenas prácticas gestálticas. Muchos entendieron/decidieron que la gestalt era emociones, afectos, pasiones y sentimientos, clausuraron el intelecto y se dedicaron a provocar afectos y efectos rápidos y espectaculares --lo que Yontef, en este libro, llama el estilo bum-bum-bum. Sin embargo, parece que esta actitud no ha conducido al progreso de la disciplina, ni ha permitido saber si ésta es eficaz o no, ya que de paso también se abandonó la investigación científica por desactualizada y "racionalista". ¿Cuál es la situación actual de la psicoterapia gestáltica en los países hispanoparlantes? Con escasas excepciones, ésta es una actividad mal definida, practicada por un grupo heterogéneo de personas provenientes de distintas áreas del saber y con distintos niveles de profesionalización, que han recibido muy variadas formaciones o incluso ninguna y que se dedican a efectuar intervenciones, preferentemente grupales, en personas que buscan salud psíquica, crecimiento personal, vidas más plenas o auténticas, o convertirse en "facilitadores" o terapeutas. Esta situación se ha reflejado en los últimos congresos internacionales de gestalt de habla hispana. En ellos ha habido numerosos talleres demostrativos de diversos temas, incluidos algunos que parecen no tener ninguna relación con la gestalt (estados alterados de conciencia; el Eneagrama; los ángeles; los mitos femeninos en la antigüedad; etc.) y otros que "integran" la gestalt a otras disciplinas (gestalt y bioenergética; y lo transpersonal; y lo sagrado; etc.). La situación ha llegado incluso a producir más confusión que claridad acerca de qué es en realidad la psicoterapia gestalt, cómo se sitúa en relación a otras orientaciones psicoterapéuticas y cuál es su relación con las psicologías humanista o transpersonal. Llama también la atención que en estos congresos casi no se haya presentado investigación teórica ni empírica. Tal parece que nadie está reflexionando acerca del quehacer, todos están haciendo, y cada uno en lo suyo. Uno de los principios básicos de la gestalt establece que una gestalt bien formada es clara y distinta; clara en la medida en que sus componentes se definen y articulan con precisión; y distinta porque establece límites definidos que la separan y diferencian de lo que no es ella, del fondo. Al parecer, lo que se denomina actualmente psicoterapia gestalt, o simplemente gestalt, no muestra estas características: no tiene límites claros ni componentes definidos y articulados coherentemente. La gestalt es "cualquier cosa que haga alguien que se autodenomine gestaltista". Si miramos hacia atrás, a los orígenes, veremos que la psicoterapia gestalt nació como una técnica psicoterapéutica, o sea, como un conjunto de técnicas de intervención que permitían modificar el estado de enfermedad psíquica, conduciendo a la salud, es decir, mejorando el funcionamiento o adaptación al medio. Pero esta técnica psicoterapéutica, además de los procedimientos que la constituían, tenía una base conceptual que la sustentaba y desde la que éstos emergían. Esta base conceptual, que tuvo un desarrollo paralelo al de las técnicas, consistía, y aún consiste, en un modelo de funcionamiento psicológico que describe cómo los seres humanos se desarrollan y adaptan más o menos creativamente a su medio, y sugiere la forma que deberían tener las relaciones humanas en el mundo para ser sanas y creativas. Estos conceptos, que constituyen el modelo gestáltico, desarrollados inicialmente por Fritz Perls, luego por Paul Goodman y muchos otros, permitieron que la técnica psicoterapéutica se transformara en un modelo de funcionamiento psicológico, un modelo de funcionamiento social, una filosofía de vida e incluso un sistema conducente al "crecimiento personal". Del modelo de funcionamiento psicológico sano se deriva un sistema diagnóstico de aproximación que permite "mapear" las interferencias en el sano funcionar y un conjunto de "técnicas" o procedimientos de intervención que, en manos de un terapeuta gestáltico, tendrán una misión correctora de las disfunciones. Además, si pasamos de un enfoque curativo a una actitud preventiva, es evidente la importancia para una educación por y para la salud. Del modelo de funcionamiento social, que define las condiciones necesarias para que una organización beneficie a los seres humanos que la integran, nace un sistema de análisis de estructuras y funciones que entrega una descripción desde la óptica del modelo y una serie de medidas aplicables a la educación, la política, la economía, etc. Del modelo como filosofía de vida o como camino hacia el "crecimiento personal", se derivan múltiples actividades prácticas aplicables a la vida diaria, a las variadas facetas de la relación entre el individuo y su mundo. Cada una de estas derivaciones o áreas de aplicación del modelo es legítima, válida y más o menos eficaz. Sin embargo, la confusión entre ellas no está exenta de peligros. No es lo mismo el "crecimiento personal" que un proceso psicoterapéutico. No sucede lo mismo al aplicar las técnicas gestálticas en una persona medianamente sana que desea estar mejor que en un enfermo que busca dejar de sufrir. Como proceso de "crecimiento personal", no es inconveniente la práctica de diversos ejercicios que nacieron como terapéuticos en un contexto terapéutico, incluso en un ambiente sin supervisión. Pero ¿qué ocurre con las personas que padecen trastornos de personalidad o severas perturbaciones psicológicas cuando se someten a este mismo proceso? Es posible que ellas y quienes se presten como facilitadores o terapeutas resulten dañados. El autor nos muestra que existen ciertas condiciones en los clientes, que han de ser identificadas, que obligan al terapeuta a emplear distintas estrategias de aproximación terapéutica, y que no es lo mismo preguntar "¿Qué sientes?" a un paciente de personalidad narcisista o borderline que a un paciente con una personalidad normalmente estructurada. Asimismo, el uso reiterado de intervenciones --silla caliente incluida-- en muy variados contextos parece no ser lo más gestáltico que pudiera desearse. Este libro contribuye a esclarecer estas confusiones, a eliminar fantasías, a diferenciar, a distinguir. Esto solo ya lo hace un texto interesante y es motivo suficiente para aplaudir su aparición en español, pero no es todo. En estas latitudes es bastante frecuente que se acuse a la gestalt de ser una técnica que conduce a la "psicopatización" de sus practicantes. Esto es, se acusa a los terapeutas de producir en los clientes una actitud que los lleva, como consecuencia del proceso, a una relación donde el otro pierde importancia en el horizonte relacional y todo lo que le sucede, especialmente sus quejas en y de la relación, es "su problema". La respuesta es argumentar que esto sólo es una etapa del proceso, aunque algunos van más lejos y se atreven a sugerir que es el modo sano de relación y el resultado esperado de la curación. Sin embargo, es interesante reflexionar sobre qué pensamos que ocurre en el proceso psicoterapéutico gestáltico y relacionarlo con estas observaciones. En esta perspectiva, se piensa generalmente que el terapeuta se aproxima a su cliente sospechando que éste sufre por su incapacidad para vivir en el presente real, en el mundo real, en el aquí y ahora, y por ende, por su incapacidad para satisfacer adecuadamente sus necesidades y adaptarse creativamente a su ambiente. Se asume también que el origen de esta dificultad o incapacidad radica en la presencia de una serie de asuntos inconclusos, básicamente necesidades que no fueron adecuadamente satisfechas en su momento y que, actualmente, ejercen su influencia desde el fondo, perturbando la aparición de las necesidades actuales y dificultando el encuentro con el mundo real al proyectarse sobre él. Para mejorar esta condición, el terapeuta pone al cliente en situación de "continuum del darse cuenta" que se transforma rápidamente en una suerte de libre divagar de la atención, hasta que sorpresivamente ésta es "llamada" por algún asunto inconcluso, el que se reconoce po r su pertenencia al pasado y por la gran carga afectiva que lleva asociada su aparición en la conciencia. Acto seguido, empieza la terapia. El terapeuta pone al cliente a trabajar en la silla caliente, o alguna de sus variantes, hasta que mediante la imaginería resuelva o "cierre" el asunto. ¿Qué ha ocurrido realmente en este proceso? Durante todo ese tiempo, el cliente ha estado relacionándose consigo mismo, con sus propios recuerdos, fantasías, deseos y sentimientos, ha ampliado su conciencia de sus propios fenómenos, pero no ha estado en contacto con nada, dado que éste sólo ocurre a través de los propios límites con lo que está más allá de ellos (en la frontera/contacto). El terapeuta, por otro lado, sólo ha sido un observador-director del evento. Visto así, no es de extrañar que si todos los eventos y fenómenos que el cliente desarrolló ocurrieron dentro de sus límites (por dentro de la frontera/contacto y no a través de ella), el otro, como polo relacional, paulatinamente pierda presencia y desaparezca, reforzando la esencia misma de la enfermedad, la poca claridad del mundo real y presente, su progresiva desaparición. Si aceptamos que la única experiencia real, capaz de modificarnos, es la que ocurre en el encuentro con lo que no somos nosotros, podríamos concluir que en este proceso no está ocurriendo nada muy real. Sin embargo, si pensamos que lo que fundamentalmente ocurre en el proceso psicoterapéutico es el "encuentro" entre un terapeuta, que se ofrece como alguien real y presente, capaz de ver al cliente como la persona que es frente a él y cuyo problema es su incapacidad para relacionarse con él de manera real en ese presente, entonces, para este modelo, la aparición de los asuntos inconclusos no sólo no es deseada ni buscada, sino que es vista como el resultado y la actuación del mal funcionamiento del cliente. De este "encuentro" terapeuta/cliente, ambos emergerán cambiados, cada uno más plenamente "yo" para sí mismo y más plenamente "tú" para el otro. Este terapeuta tratará de mostrar al cliente, en la interacción con él, en ese presente y lugar en que se están relacionando, cómo en base a estos asuntos inconclusos se impide el encuentro con él. Como último recurso, ofrecerá al cliente la posibilidad de presentificar y actuar sus fantasías para que así, una vez efectuada la integración o la catarsis, pueda estar disponible para el encuentro. Este último modelo, dialógico en la plenitud del término, que completa y amplía el anterior, en el que el respeto al paciente y al terapeuta aparece como un fenómeno básico esencial, es el que nos muestra Yontef en este libro, y a través de él, nos indica muchas direcciones nuevas y excitantes. Así se nos hace evidente que los terapeutas deben disponer de: un claro marco de referencias conceptuales, un sistema diagnóstico que permita reconocer pautas y procesos del cliente, y suficiente entrenamiento en las técnicas de intervención. Caso contrario, la terapia se transforma en una intervención azarosa y con real peligro para ambos involucrados. También podemos entender el desarrollo que ha tenido la gestalt hispanoparlante al observarlo desde la perspectiva de un fenómeno histórico. Quienes pusieron la gestalt a disposición de este público, bebieron directamente de las fuentes en la Costa Oeste de Estados Unidos. Específicamente de Fritz Perls en sus últimos años en Esalen. Lo que ocurrió y siguió ocurriendo en la Costa Este está recién llegando a nosotros ahora, y después de tantos años, es quizás lo más fecundo que está asimilando nuestra disciplina. Es posible que se generen conflictos de enfoques e intereses, pero es la misma gestalt la que nos dice que sólo el conflicto es la fuente del verdadero desarrollo. Rolando Pihan Vyhmeister Ciudad Universitaria, Concepción Primavera 1995

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