¿Aún no tienes una cuenta? Crea una ahora y accede a tus listas favoritas, tu histórico de cuentas y muchas más cosas...
Pedidos y atención al cliente
TLF: 963 392 051 / FAX: 963 615 480
En papel: Entrega en 5-7 días |
|
|
Consultar disponibilidad en tiendas
Consultar disponibilidad en tiendasLos plazos estimados son para pedidos realizados antes de las 14:00h del viernes (salvo error o situaciones especiales: festivos, inventarios,etc).
|
La Unión Europea ha sido y sigue siendo la solución para enfrentar los retos y resolver los problemas que tienen sus veintisiete Estados miembros. Pero no debemos conformarnos con lo que se ha logrado hasta la fecha. Junto a considerables fortalezas de la Unión las debilidades siguen siendo notables. Y pese a la evidencia de las mismas los Estados miembros siguen sin ponerse de acuerdo en transferir nuevas competencias a la Unión Europea. No son los pueblos europeos, los ciudadanos europeos, los que se oponen a una mayor integración europea sino el trasnochado nacionalismo que sigue proliferando en Europa.
Entre las debilidades de la Unión Europea destaca su irrelevancia en política exterior. Los Estados miembros se resisten a crear una auténtica política exterior de la Unión abandonando un nacionalismo, heredero del pasado colonial, que con creces se ha demostrado que es estéril. Hemos podido comprobar en las últimas décadas que la Unión Europea ni siquiera es capaz de influir en los conflictos que tienen lugar en las riberas del Mare Nostrum. Siguen los Estados miembros oponiéndose a crear un sistema de defensa común, y no se consigue alcanzar una política europea común en lo que concierne a la inmigración, que es una de las causas más sobresalientes de la fragmentación de nuestras sociedades y de la eclosión del populismo en Europa.
Se han conseguido grandes avances en lo que concierne al mercado interior, en política monetaria, e incluso en política económica, pero se advierten déficits notables en lo que concierne a la protección de los derechos fundamentales y las libertades públicas que sufren un retroceso notable en todos los Estados de la Unión. Muy particularmente en España en que el nacionalismo jurídico ha penetrado en los tribunales ordinarios, en el Tribunal Supremo y en el Tribunal Constitucional que ¡naplican, con reiteración y alevosía, el Derecho de la Unión y el Convenio Europeo de Derechos Humanos y Libertades Públicas, así como la jurisprudencia de los tribunales internacionales.
Más Europa, más Unión Europea, sigue siendo la solución.