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1ª Edición / 128 págs. / Rústica / Castellano / Libro
Ante todo, Séneca aparece como un hombre que no descansaba necesariamente en un dogma y que, si bien comprendía las cosas como un estoico, no dejaba de exponerse a otras influencias, convencido ante todo del espíritu racional que deseaba ver primar. Así lo reconoce él mismo en el Tratado de la brevedad de la vida: "Es posible discutir con Sócrates, sentir dudas con Carnéades, con Epicuro descansar, vencer con los estoicos la naturaleza humana, con los cínicos sobrepasarla". Esta misma capacidad de síntesis le da a sus palabras una valiosa perspectiva ética que dominaría buena parte de la Antigüedad clásica y que, aún hoy, siglos más tarde, cuando continuamos presos de las mismas coyunturas consustanciales a la vida mortal, nos siguen ofreciendo un ejemplo iluminador. Se incluyen, además, el Tratado de la vida bienaventurada y el Tratado de la pobreza.