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El 43% de las víctimas de violencia de género son hijas de padre maltratador, cifra que se eleva hasta el 63% en el caso de los maltratadores. El 100% de los hijos e hijas de maltratadores tiene secuelas como consecuencia de la violencia ejercida por su padre. En su mayoría, secuelas tanto psicológicas como físicas (trastornos de sueño y de alimentación, así como problemas de memoria). Estas son algunas de las conclusiones de La perpetuación de la violencia que analiza cómo se aprende la violencia, cómo pasa de generación en generación y qué consecuencias vitales tiene para los menores crecer con un padre maltratador. Un análisis estructurado en un estudio cuantitativo -basado en 509 cuestionarios de víctimas de violencia de género-, como cualitativo -realizado sobre 12 entrevistas a personas adultas que durante su infancia vivieron violencia de género en el seno de su familia, hijas e hijos de maltratadores-.
Si la violencia de género, su conceptualización y el trabajo para eliminarla, ha sido sorprendentemente tardío en el ámbito legislativo tanto internacional como nacional, la violencia que sufren los hijos y las hijas de los maltratadores, aún ha sufrido mayor retraso. Actualmente, los trabajos de investigación no solo se centran en el daño que sufren las hijas y los hijos de los maltratadores en las familias que existe violencia de género, sino también en cómo los menores son al mismo tiempo, instrumento de control y transmisor ideológico. Es, en esta línea de trabajo, en la que se inserta este estudio que pretende aportar recomendaciones y reflexiones, a través del relato ya adulto de estos niños y niñas, para que las sociedades democráticas del siglo XXI se atrevan a erradicar la violencia de género.